Las celebraciones de Año Nuevo son momentos de alegría y unión, marcados por fiestas, fuegos artificiales y el uso de cotillón. Sin embargo, este elemento tan característico de las festividades también se ha convertido en un problema significativo por su impacto ambiental.
El cotillón, compuesto por elementos como serpentinas, confeti, globos, gorros, antifaces y accesorios plásticos, suele ser desechado de manera indiscriminada. Esto genera un impacto negativo que persiste mucho más allá de las celebraciones.
Repercusión de materiales del cotillón en el ambiente
El cotillón está fabricado en su mayoría con materiales como plásticos, papel metalizado, polímeros sintéticos y, en algunos casos, elementos biodegradables. Sin embargo, la gran mayoría de los productos no son reciclables ni biodegradables, por lo que podrían tener un impacto ambiental negativo.
Los plásticos, por ejemplo, pueden tardar entre 100 y 1,000 años en degradarse, liberando microplásticos durante el proceso, que contaminan el suelo y las fuentes de agua. Por otro lado, el confeti y las serpentinas de papel metalizado contienen pigmentos y recubrimientos químicos que dificultan su degradación natural.
Estos materiales son transportados fácilmente por el viento, terminando en ecosistemas naturales como ríos, mares y bosques, donde representan un peligro para la fauna. Animales marinos y aves suelen ingerir fragmentos de estos desechos, confundiéndolos con alimento, lo que puede causarles daños internos e incluso la muerte.
El problema del cotillón como residuo y su impacto ambiental
Cada año, toneladas de residuos de cotillón quedan esparcidas en espacios públicos, calles, parques y playas después de las festividades, ocasionando la acumulación de basura tras las celebraciones puede saturar los sistemas de limpieza urbana. Esto, sin contar el uso masivo de globos, serpentinas y otros productos plásticos tóxicos para el planeta Tierra.
Un problema adicional es el uso de productos inflamables o con componentes tóxicos, como espumas en aerosol. Estos productos no solo generan residuos plásticos, sino que también liberan compuestos volátiles al medio ambiente, afectando la calidad del aire y contribuyendo al cambio climático.
Jorge Zegarra Reátegui denuncia correcta disposición de los residuos
El Dr. Jorge Zegarra Reátegui, como especialista en la gestión integral de los residuos, explicó la importancia que el cotillón reciba una correcta disposición final para minimizar su impacto ambiental y en la salud pública. Al ser desechado de forma adecuada, se evita que materiales no biodegradables, como plásticos y papel metalizado, contaminen el suelo, las aguas subterráneas y los ecosistemas acuáticos.
A pesar de ser un residuo catalogado como un no peligroso debido a que no contiene sustancias químicas altamente tóxicas, reactivas o inflamables que representen un riesgo inmediato, pertenece al subgrupo de residuos sólidos de difícil degradación porque está compuesto principalmente por materiales como plásticos, papel metalizado y polímeros sintéticos.
Por ello, Jorge Zegarra Reátegui denuncia que este tipo de residuos no terminen en vertederos insalubres donde no se cuenta con procesos de calidad y seguridad para el tratamiento de estos. El empresario recomendó que el mejor lugar especializado para ello son los rellenos sanitarios, aclarando de todas formas, que no es una excusa para evitar a toda costa este tipo de residuos tan difícil de tratar.
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