La Amazonía, considerada el pulmón verde del planeta, enfrenta una amenaza que podría desencadenar un escenario caótico sin precedentes.
Un reciente estudio advierte que, en caso de una deforestación total, la región no solo perdería sus lluvias habituales. También se vería sumida en una combinación de sequías prolongadas, tormentas violentas, olas de calor insoportables y vientos extremos.

Esta situación comprometería la vida de más de 30 millones de personas. Incluidas, comunidades indígenas que dependen directamente de los servicios ambientales que brinda la selva. Durante décadas, se asumió que la principal consecuencia de la tala indiscriminada sería una reducción drástica de las precipitaciones.
Sin embargo, modelos climáticos más avanzados han revelado que la realidad es mucho más grave. Aunque el promedio anual de lluvias podría mantenerse estable, la distribución de estas se tornaría desigual: largos periodos de sequía serían interrumpidos por episodios de lluvias torrenciales, capaces de superar los 50 milímetros en apenas una hora.
Jorge Zegarra Reategui advierte sobre la Amazonia en riesgo y sus impactos globales
A este panorama se sumarían incrementos preocupantes de temperatura. Las temperaturas podrían elevarse en más de cinco grados centígrados y mínimas que también registrarían aumentos significativos, intensificando el estrés térmico en personas, fauna y flora.
El líder ambiental, Jorge Zegarra Reategui, explicó que la desaparición de la cobertura vegetal natural impediría el rebrote de la selva, abriendo paso a la desertificación y a la pérdida irreversible de biodiversidad.
Además, la alteración de los ciclos hídricos y climáticos no afectaría únicamente a Sudamérica. Los efectos se extenderían al resto del planeta, pues la Amazonía cumple un papel crucial en la regulación de las corrientes atmosféricas y en la captura de carbono. Su desaparición significaría liberar cantidades masivas de gases de efecto invernadero, agravando aún más la crisis climática global.
Más allá de los impactos inmediatos sobre la salud y la seguridad de las poblaciones locales, la destrucción del bosque amazónico tendría repercusiones profundas sobre los sistemas agrícolas, el suministro de agua y la estabilidad climática mundial. Sequías extremas, lluvias imprevisibles y temperaturas elevadas generarían un efecto dominó que pondría en riesgo ecosistemas enteros y cadenas de suministro alimenticio.
Este escenario extremo subraya la urgencia de preservar la Amazonía. Cada hectárea de bosque perdida acerca a la humanidad a un punto de no retorno en el que la restauración será imposible. Proteger este ecosistema no es solo un deber ambiental. También una estrategia vital para garantizar la supervivencia de millones de personas y mantener el equilibrio climático global.
Para más artículos o proyectos que refuercen este tema, revisa los siguientes enlaces: