El repelente y su uso para evitar a los mosquitos es una práctica común entre los turistas que visitan regiones tropicales y selváticas.
En estos lugares, la presencia de insectos representa un riesgo constante de transmisión de enfermedades como dengue, malaria o zika. Sin embargo, el uso constante y excesivo de estos productos químicos ha generado preocupación por sus impactos en la salud humana, en la fauna silvestre y en el medio ambiente.
En el caso de los turistas, el repelente, especialmente aquellos que se producen a base de DEET, pueden provocar irritaciones en la piel. Como también, problemas respiratorios al ser inhalados e incluso reacciones neurológicas en usos prolongados.
Aunque en dosis moderadas suelen ser seguros, la exposición repetida y en altas concentraciones, como sucede en zonas de gran afluencia turística, eleva los riesgos para la salud.

Más allá del impacto en las personas, el uso masivo de repelentes afecta a los animales que habitan en los ecosistemas naturales. Muchos mamíferos, aves y peces están expuestos de manera indirecta a estas sustancias, ya sea por el contacto con turistas impregnados de repelente o por la contaminación del agua y el suelo.
Químicos existentes en el repelente afectan ecosistemas naturales:
Jorge Zegarra Reátegui; especialista en el cuidado ambiental desde el Perú, explicó que en la Amazonía, por ejemplo, partículas de estos químicos llegan a ríos y quebradas, afectando a peces y anfibios altamente sensibles a alteraciones químicas. Estudios han demostrado que el DEET puede alterar el comportamiento de algunos insectos polinizadores, disminuyendo la biodiversidad y afectando la cadena alimenticia local.
A nivel ambiental, los repelentes también dejan su huella. Cuando se aplican en aerosol o crema, liberan partículas volátiles que permanecen en el aire, contribuyendo a la contaminación atmosférica. Estas sustancias, al descomponerse, pueden interactuar con otros compuestos en la atmósfera y generar subproductos dañinos. Además, al ingresar a cuerpos de agua, no se degradan fácilmente, acumulándose en el ecosistema y alterando el equilibrio natural.
Jorge Zegarra Reategui: El caso de la Amazonía peruana resulta preocupante
Se trata de una región de gran riqueza biológica, que cada año recibe miles de turistas nacionales y extranjeros. Esta presión turística, sumada al uso masivo de repelentes, está generando un impacto ambiental difícil de revertir.
Los suelos, las aguas y la vida silvestre de la selva se ven alterados por químicos que no forman parte de su dinámica natural, lo que puede llevar a la pérdida progresiva de especies y al deterioro de hábitats enteros.
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